miércoles, 2 de febrero de 2011

EL PRINCIPE QUE SE CONVIRTIO EN SAPO

La noche está oscura y lluviosa, Renata se encuentra en un rincón de la habitación, acurrucada, agarrando sus piernas con sus huesudos brazos, las lágrimas se escurren por sus mejillas como cascadas, ha perdido ya 5 kilos y  el llanto ya la tiene deshidratada. Está tan sola como se siente, lleva ya tres días en esa posición, con un vestidito que apenas la tapa, no siente el frió, solo un dolor que le atraviesa el alma; Piensa en su soledad, y como el desespero por llenar el vació de su vida la tiro de unos brazos a otros, que al final la dejaban mas desolada. 
Ahora tiene un grito atorado en la gargante, se siente tonta, creía que esta vez si había encontrado su complemento, que había encontrado el amor, por primera vez en la vida, había sentido como le hablaba el viento, había sentido mariposas en la panza, se había vuelto imparable, de frente a la vida con una sonrisa en su rostro que decía que estaba viva, que reflejaba su felicidad. 
Todo era una gran mentira, ella creo un castillo sin bases, su soledad la llevo a inventarse un cuento de hadas con un príncipe imaginario y perfecto, pero había despertado y  encontrado que el príncipe se convirtió en sapo y le arranco su corazón, descubrió que cuando la gente, las canciones o los poemas decían que el amor duele, es porque duele, te duele cada centímetro del cuerpo....... y mata, te va secando el cuerpo y el alma.
Ella ahora se encontraba en ese rincón sintiendo como se le secaba el alma y esperando el momento en que su cuerpo se rindiera, y pereciera sin que el sapo que alguna vez fuera su príncipe se percatara.
Se preguntaba como el amor podía ser tan cruel y ella que siempre se mantuvo erguida que nada la tumbaba, se encontraba derrotada, esperando la hora en que su corazón dejara de latir, para dejar de sentir, esperando que el amor la matara de una vez por todas, esperando el final.
Renata se seco en ese mismo rincón, se le acabaron las lágrimas, se convirtió en estatua y ahora el sapo que una vez habría sido su príncipe se pasea por su recuerdo, la visita y llora en silencio, sabiendo que habría podido seguir siendo el príncipe de esa princesa de cuentos a la que le había robado el cuerpo, su brillo, las ganas.

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